Quien
sea de Toledo o conozca bien la cuidad sabrá de la existencia de una calle, mas
conocida por la leyenda que por su importancia, llamada Hombre de Palo, que hace referencia al supuesto homúnculo creado
por el cremonés Juanelo Turriano:
“Tenía el autómata dos varas de alto y miembros
correspondientes, salía de casa de Juanelo y llegaba hasta la despensa del
arzobispo por la ración de su amo que era dos libras de carne y pan. Unas veces
vestía a la figura de corto y otras de golilla. Hacia su cortesía, demudaba el
rostro y los muchachos le llamaban Don Antonio. Constan estas minuciosas en
antiguos escritos que he visto.” 1
Juanelo
Turriano nació en las proximidades de Cremona en el año 1501. Turriano aprendió
a reparar y construir instrumentos mecánicos en el taller de su padre,
habilidad que perfeccionó más tarde en un taller relojero de Cremona y más
tarde en Milán, donde se ganaba la vida como maestro relojero. En esta época de
juventud Juanelo ya empieza a destacar por sus ingenios, tales como una grúa
para elevar pesados cañones o una dragadora para la laguna veneciana entre
otras.
Pero
la relación del ingeniero con España empieza cuando Carlos V, rey de España,
fue coronado emperador en Bolonia y por dicho motivo le fue entregado un reloj
astronómico reparado por Juanelo como regalo, y más tarde fabricó otro con una
tecnología nunca vista hasta entonces. El rey Carlos V no quería prescindir de
sus servicios por lo que lo que fue contratado para el servicio de la corona. Más
tarde pasó al servicio de Felipe II como
matemático e ingeniero.
Está
constatada su gran amistad con el
arquitecto Juan de Herrera, con el que nace el estilo Herreriano. Entre sus
obras destacael Monasterio de San Lorenzo del Escorial, en el que intervino
Juanelo con sus ingenios, y la Catedral de Valladolid. Tanta es la admiración
por este gran arquitecto hacia Juanelo Turriano que en su casa tan sólo tenía
tres pinturas: un retrato de LLull, otro del artista Miguel Ángel, y el de
Juanelo, “de medio cuerpo, en lienzo al óleo, vestido de negro, con gorra de
paño, en marco de madera blanca.“ 2
Tanto
es así que Felipe II nombró a Juan de
Herrera como encargado de la custodia de los inventos de Juanelo y la
recompensa por éstos a sus herederos. Pero todo despareció sin dejar rastro.
Cinco baúles llenos de inventos de Juanelo entre los que se encontraban:
“relojes astronómicos, canalizaciones de agua, útiles mecánicos, proyectos
hidrotecnológicos, autómatas, maquinas voladoras y estudios de geometría y
matemáticas.” 3
La más
fanática y dura mano de la Inquisición
que reinó la cuidad de Toledo en los
años posteriores a su muerte se lo llevó
todo por delante y cayó sobre Juanelo y sus inventos una maldición. El
cremonés fue tachado de mago y maestro de las fuerzas oscuras por los que en aquella
época, con miras cortas, no comprendían el valor y el ingenio de Turriano.
El
artificio de Juanelo, un monumento mal pagado:
Bien
es sabido por el transcurso de la historia el problema del abastecimiento de
agua a la cuidad de Toledo. He aquí algunos intentos de abastecer agua desde el
río hasta el alcázar de la ciudad:
·
El
bombeo germano: A petición del Marqués de Zenete, en 1526, unos ingenieros alemanes
instalaron un sistema de bombeo para llevar el agua hasta el alcázar, pero se
reventó por la presión aplicada.
·
El
molino flamenco: En 1562 los ingenieros
flamencos Juan de Coten y Jorge Ulrique, a instancia del Marqués de Falces, emplearon
sin éxito tras 865 días un molino que, aprovechando la corriente del Tajo,
debía propiciar el movimiento de las bombas hidráulicas.
·
La
maqueta francesa: Siguiendo la estela de
fracasos, el ingeniero francés Louis de Foix pergeñó una maqueta que se quedó en eso: un mero esbozo.
Pero a pesar de todos lo
problemas que esto ha supuesto a la cuidad a lo largo de la historia, después de
estudiarlo a fondo, en 1565 el cremonés firmó un acuerdo con la Corona y los mandatarios de
Toledo en que se comprometía a diseñar un ingenio mediante el cual pudiera
abastecer al palacio de 12.400 litros diarios de agua fluvial. ¡Y vaya si lo consiguió! El 23 de febrero de 1569, el
conocido como “Artificio de Juanelo” estaba funcionando a pleno rendimiento.
Debido a que este blog es un
blog de ingeniería, tu blog de ingeniería, no nos vamos a quedar en la historia
y vamos a explicar a grandes rasgos en que consistía este “artificio”.
El invento, situado cerca del
puente de Alcántara, usaba la energía hidráulica del Tajo para activar un
descomunal sistema de “cucharas” de madera engranadas de modo que el agua
pasaba de unas a otras a distintas alturas, como podemos apreciar en el boceto.
Este colosal artefacto de madera estaba compuesto por 1 presa y 2 ruedas
motrices a pie de río, 6 estaciones intermedias y 192 cangilones agrupados en
24 torres. Para construirlo, se utilizaron más de 200 carros de madera y 500
quintales de metal.
Este monumento a la ingeniería
mecánica e hidráulica elevaba un caudal de 11,8 litros por minuto sobre un
desnivel de 100 metros y un recorrido horizontal de 300 con una pendiente media
del 33%.
Fue
un rotundo éxito. Juanelo no sólo cumplió todo
lo acordado en el contrato sino que incluso su “Artificio” abastecía al alcázar
con cerca de 18.000 litros diarios, cantidad muy superior a la contratada.
Pero la maldición vuelve a
caer sobre este gran ingeniero. Una vez que el artificio estaba en funcionamiento, él
no llegó a percibir ni un solo real. Sólo él cumplió lo acordado. El agua llegaba hasta el
alcázar y éste, que era del ejército real, no repartía agua ni
le pagaba al ingeniero, basándose en que ellos no habían firmado nada con el
cremonés. El ayuntamiento de la cuidad, que era el que sí había llegado
a un acuerdo con el ingeniero no
percibía ni una gota del agua, por lo que se negó a pagarle. Así Juanelo fue el
responsable del mantenimiento del colosal invento durante seis años, y no tardó
en arruinarse.
Felipe II, al enterarse de
este entuerto no tardó en
solucionarlo, pero claro está, a su manera, porque este monarca no daba puntada sin hilo. Así
costeo un segundo invento, aún mas colosal que el anterior para abastecer de
agua a la cuidad y fuesen Juanelo y su familia quienes vendiesen
esta agua, y así poder devolverle el favor de mantener el primer invento
durante 6 años. Pensaréis que es un chollo, pero como
dije, Felipe II, lo hizo a su manera: él se quedo con la primera
obra y puso en el contrato una cláusula según la cual el rey se quedaría con el
agua del segundo ingenio “si yo hubiese menester poder tomarla”. Y así fue, el
primer ingenio quedó obsoleto
por falta de mantenimiento y el alcázar se apropió del segundo basándose en la cláusula del contrato, y Toledo se quedó sin agua y Juanelo sin invento ni dinero.
A pesar de todas estos
desafortunados acontecimientos y maldiciones que marcaron la vida
de Juanelo, en la actualidad el cremonés es admirado por muchos, como el
presente, por su capacidad para crear e ingeniar cosas jamás vistas y que aún nos
fascinan después de casi 500 años.
Hoy podemos ver en el museo de Santa Cruz de Toledo
un busto de Juanelo, hecho en mármol de Carrara en perfecto estado. En El
Escorial un retrato del mismo de autor anónimo4. En las orillas del
Tajo las ruinas de sus artificios, jamás reconstruidas. Y la más llamativa
representación, un busto del cremonés de gran tamaño tallado en los años 60,
situado en el balcón de Osiris del Palacio Real de Madrid5 desde
donde observa el paso de las autoridades recibidas por Francisco Franco y el
rey Juan Carlos I.
1.- Artículo de N. Magán en los números 29 y 30 de
“Seminario Pintoresco Español” de 1839.
2.- Inventario
de los bienes de Juan de Herrera, asiento 139, Albatros. Madrid-Valencia,
1977.
3.- Apéndice de la novela “En el corazón de la cuidad
levítica”. Baltasar Magro.
4.- Catálogo de
los cuadros del Real Monasterio de San Lorenzo, de Vicente Poleró y Toledo
en 1857
5.- Semblanza
iconográfica de Juanelo Turriano, de Ángel del Campo y Francés. Editado por
la fundación Juanelo Turriano, en 1997.